VIENTO DE FURIOSO EMPUJE

VIENTO DE FURIOSO EMPUJE
Alegoría de la batalla de Guadalete, julio de 711 - Autor del lienzo: J. M. Espinosa

martes, 10 de diciembre de 2013

La oración en el islam es hoy una mezcla de religión y política

Para los hombres, es obligatoria la asistencia a la oración del viernes en la mezquita 
Oración (en árabe salât, en español azalá): Como es sabido, la oración es uno de los pilares básicos del islam. Se debe rezar ritualmente en cinco momentos del día: amanecer (antes de la salida del sol), mediodía (después del cenit), tarde (a media tarde), ocaso (inmediatamente después de la puesta del sol) y durante la noche. El día musulmán comienza con la puesta de sol, de modo que la primera oración del día sería la del ocaso.


Durante la semana, la oración más importante es la que se practica los viernes (día santo para los musulmanes) poco después del mediodía. Se denomina yumua'ah y es una obligación para los hombres efectuarla en la mezquita, junto a otros correligionarios. La yumua'ah suele ir acompañada de un sermón de tipo religioso (y en no pocas ocasiones de carácter político) a cargo del imán de la mezquita.

En el islam nunca se mezclan los fieles de uno y otro sexo
A diferencia de otras confesiones, se dice que los musulmanes carecen de clero, si bien tal afirmación es indefendible a la luz del papel que los numerosos imanes desempeñan en sus comunidades religiosas, donde a menudo fijan unas normas de convivencia en extremo severas (por no calificarlas de retrógradas) que incluso imponen mediante la coacción ejercida por algunos de sus miembros más fanáticos. Eso sí, los imanes casi siempre actúan al dictado del poder que sufraga los gastos o una parte importante de ellos.

En España, por ejemplo, no son pocos los imanes que entre la numerosa población marroquí recuerdan constantemente la fidelidad que se debe seguir prestando al Comendador de los creyentes, es decir, al sultán de Marruecos. Otro tanto podría decirse de los clérigos a cargo de las mezquitas subvencionadas por Arabia Saudita, Omán, Emiratos árabes, Qatar, etc., donde las enseñanzas religiosas y políticas destinadas a los islamitas, incluso sin importar demasiado su procedencia, tienden a ser parejas con las establecidas por los países que ejercen el supuesto mecenazgo. Se comprenderá, pues, que la falta de democracia en los países musulmanes sea una consecuencia lógica de tantos siglos de sumisión al poder.

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